Sinceramente, es más la filosofía de Apple de intentar mirar hacia atrás lo justo para recordar de dónde venimos y hacia dónde queríamos ir, pero sabiendo que el único camino posible es el que tenemos delante, no el que ya hemos recorrido. Sólo mirando hacia delante podemos descubrir los desvíos y las oportunidades que nos ofrece el camino.
Supongo que si viviste parte de la era de Steve Jobs, a estas alturas habrás leído memorias y elegías en muchos medios, con motivo del noveno aniversario de su muerte. Así que haré este recuerdo breve y directo.
Hablando con TerritoriMac esta semana sobre Steve Jobs, reflexionó sobre lo que lo hacía tan especial. No voy a transcribir lo que dije aquí, prefiero que lo escuchen en su próximo episodio, pero quiero profundizar en una de las cosas que más me asombró (y me asombra cada vez que veo un video de él) sobre sus intervenciones.
Parecía haberlo entendido todo. No importaba lo que le preguntaran o cuándo, siempre tenía una respuesta interesante. Y, por supuesto, tenía la capacidad de verbalizarlo con precisión quirúrgica, para que sus palabras resonaran entre los presentes.
Esas dos características, unidas por supuesto a su pasión y confianza en lo que hacía, también hacían que ir a comprar pan pareciera un acto trascendente.
Mucho podría decirse aquí sobre el mindfulness (vivir el momento) o sobre la importancia del "silencio incómodo" - como se menciona en este artículo, que Steve Jobs practicó con la intensidad que lo caracterizaba.
Pero el caso es que el trabajo que ha hecho toda su vida: ser el mejor, ser el mejor, culminó en el perfecto CEO, comunicador, vendedor y -a juzgar por lo que dicen quienes lo conocieron- amigo y socio.
Y, como nos recordaba con insistencia Silta en su lema, el camino es la recompensa. Steve Jobs, aunque su camino ha sido más corto de lo que a todos nos hubiera gustado, podemos asegurar que ha disfrutado de su recompensa en cada paso que ha dado.
Y es por eso que es un modelo a seguir para tantas personas. Por muchas razones.