En general, cuando se trabaja con Windows, los posibles problemas se pueden organizar en algunas categorías:
- Estabilidad del hardware (independiente de los controladores). El overclocking extremo, por ejemplo, podría hacer que el sistema sea inestable. También podría suceder debido a un sobrecalentamiento excesivo o cambios repentinos en la tensión de alimentación.
- Compatibilidad o problemas de la aplicación. Pueden ser cosas simples, como elementos de interfaz mal visualizados, o problemas graves, como una aplicación que absorbe toda la memoria y bloquea el sistema.
- Problemas con los conductores. Los controladores más problemáticos son los gráficos, seguidos de los de audio.
- Error de Windows. Por supuesto, Windows puede ser la causa principal, o la única, de un problema.
- Problemas de integración. Este es el tipo de problema más difícil de reconocer y puede deberse a varios factores. Si ha instalado y eliminado muchas aplicaciones y varios periféricos, por ejemplo, es posible que tenga muchos archivos .dll inútiles, partes de Visual C ++, entradas de registro extrañas, rastros de controladores y más en su sistema. En general podemos decir que se trata de desinstalaciones incompletas, y generalmente la culpa es de quienes desarrollaron la aplicación ellos mismos. Sin embargo, más allá de las fallas, en una situación similar, Windows puede tener problemas, pero una limpieza es suficiente para resolver la mayoría de los problemas.
Pensando en situaciones como las descritas, echamos un vistazo a las herramientas integradas en Windows 7, para entender si este sistema operativo ofrece lo necesario para realizar las reparaciones necesarias.
Windows 7, herramientas de solución de problemas