Si tienes un iPhone, ¡tienes que hacer Jailbreak! ¡Ahora! Algunos piensan que sí, un poco como tener un teléfono Android que no vale la pena tener sin el Root.
El Jailbreak de hecho es generalmente como el Rooteo de Android: desprotege el sistema y elimina todo lo que lo hace del muro, dándonos la posibilidad de modificarlo como queramos y gustemos. Pero todo viene con riesgos.
Estas son las razones por las que no recomendamos el Jailbreak:
Aunque queramos, mantenerlo es más difícil de lo que parece. Si podemos introducir el Jailbreak en nuestro iPhone es precisamente porque estamos aprovechando un agujero del sistema que tarde o temprano Apple descubrirá taponándolo. Esto quiere decir que si queremos instalar una nueva versión de iOS, primero debemos comprobar si los distintos piratas de la red han encontrado algún fallo para introducir el Jailbreak, lo que hay que hacer desde cero. Agrega muchos inconvenientes y molestias, sin olvidar los riesgos de romper nuestro celular.
Somos mucho más vulnerables a las infecciones. Si nuestro teléfono móvil está protegido por cuatro hermosas paredes, ¿qué sucede cuando nos las quitamos? Cualquiera que quiera entrar no tendrá muchas dificultades para hacerlo. El Jailbreak introduce lo que los usuarios de Android ya tienen en su móvil sin Root: la posibilidad de infectarse e introducir piratas en nuestro sistema con muy poca dificultad.
Inestabilidad. Evidentemente si estamos usando el Jailbreak es también para instalar Apps que no han sido aprobadas por Apple, en la mayoría de ellas ni siquiera probadas en miles de móviles. Esto significa que corremos el riesgo de bloquear nuestro iPhone cada vez que intentamos realizar alguna operación para la que no está diseñado.
En general, si realmente queremos modificar un Smartphone, podemos recurrir a Android: aunque sea mucho menos seguro, es mucho más maleable y permite guardar el móvil con mayor fluidez. Aparte de ajustar e insertar funciones extrañas, es mejor dejar el iPhone como está.
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